Hay dos cosas nunca se pueden dejar de hacer en Japón anualmente: las salidas para admirar las flores de cerezo y hojas de arce rojas. Son indispensables para acoger la primavera y despedir el otoño. Tan obsesionados son la gente que el no hacerlo les hará sentir “culpables”. Es como no lograr ver a un querido amigo no visto por mucho tiempo que puede quedarse contigo sólo por un breve tiempo.
Pues cada año, cuando se acerca la primavera, los meteorólogas de tele empiezan a pronosticar el tiempo de “floración de cerezo”, y charlas como “¿Cómo están ahora?”, “Un poco tarde este año y todavía en brotes” o “¡Ya están en sus tiempos!” ocurren de acá para allá. En comparación con la contraparte otoñal, la flor de cerezo es como el oro frente a la plata. Por lo tanto, una mezcla de personas — jóvenes y viejos, hombres y mujeres, jubilados o no jubilados — están de nuevo bajo los cerezos para hanami (contemplar las flores).
Pero ¿por qué la gente adora tanto esta flor sakura? Su admiración por la flor de cerezo, bueno, una folor nacional, tal vez corra en la sangre japonesa. Por ejemplo, vamos a pensar en la etimología de la palabra sakura, en la que hay dos versiones. Una se refiere a la palabra saku (florecer) juntada con el sufijo -ra; y el otro sugiere al significado de “un asiento sagrado” para la deidad del arroz, lo cual se basa en la creencia que esa deidad decendiera al cerezo. De cualquier manera, parece haber buenas razones para su importancia.
Entonces, ¿se amaría sakura por su importancia? Improbable. Porque “el amor” no se trata de respetar lo que es importante. Es una dulce sensación admitir su apego a algo o a alguien. Es una alegría. Pero sazonada con una tristeza. La tristeza de perder lo que ama. No sólo por su belleza, sino también por su corta vida, se ama. Por esa brevedad de su tiempo, el amor crece aún más, al contemplar los rosados pétalos caer aleteando en la brisa...
Por su dulce y triste existencia, los japoneses fueron más allá de disfrutar de hanami, que se remonta al Período Heian (durante este período, la palabra hana o flor se convirtió en un sinónimo de la flor de cerezo). Una vez en un tiempo de guerra, los soldados Kamikaze solían cantar una canción llamada “;las flores de cerezo en el mismo año” (Dōki no sakura), en la que se comparaban ellos como sakura, dispuestos para caer valientemente cuando llegara su momento. Más recientemente, los telegramas usaban las frases de sakura saku (Florecen las flores de cerezo) o sakura chiru (Caen ellas) para informar estoicamente a los estudiantes de sus resultados del examen de admisión a la universidad.
Así que este año también, ha llegado la estación de sakura...
|